miércoles, 16 de diciembre de 2009

Memory Tapes: Dr. Weird y Miss Cassette

Érase una vez Weird Tapes, un proyecto de electroparanoia bailonga que se sentía muy solo y decidió hacer una amiguita nueva. Memory Cassette era una compañera tímida, reservada, encantadora, pero mucho más calmada y con un rollo relajado casi exasperante. Y, ya se sabe cómo es el amor a veces, que si qué ojos más bonitos tienes, que si a ver qué estás escuchando, elige tú la peli, yo también tomo Cola Zero, las pelis de acción tampoco están tan mal… Y cuando te quieres dar cuenta te has vuelto un clon de la otra persona y la otra de ti. La cosa se agrava cuando te das cuenta de que en realidad no es que tú te hayas convertido en la otra persona o la otra persona en ti, sino que en todo momento, desde el principio, habéis sido la misma persona. Pero no en el sentido romántico de la unión espiritual, sino en el sentido más estricto de la mismidad. Que siempre has sido tú, vamos, que estás como una regadera. Como tal amor, propio de loquero, no puede acabar bien, Dayve Hawk, a ratos Weird Tapes, a ratos Memory Cassette, optó por buscar el equilibrio en Memory Tapes, aventura sonora que mantiene la nostalgia brumosa del último proyecto y la bailabilidad del primero.

Lo de Memory Tapes se ha querido etiquetar de Pop Hipnagógico y, pese a lo desafortunado del término, que invita a todo menos a escuchar, la idea no deja de ser ésa. Pop de duermevela, ese momento de lucidez en el que la percepción se recorta por un lado mientras se intensifica insospechadamente por otro, ese instante en que se ven las cosas claras pero acto seguido te duermes. Traduciéndolo a música, Memory Tapes es como ese dulce atontamiento en el sofá tras una comilona de verano, con la boca pastosa y Boards of Canada y Cut Copy en el shuffle del iPod.



Referentes como Air France o JJ son obligatorios para hablar de las nuevas andanzas de Dayve Hawk, también etiquetadas de chillwave (por el chill-out y por el new wave). Se oyen también ecos de dream-pop, de lo-fi, de Passion Pit y de todo el pop electrónico amable actual en los 40 minutos de este Seek Magic. Ahora bien, sobre los 20 minutos del disco bonus Treeship no me preguntéis porque no tengo ni idea de dónde han salido. Y más teniendo en cuenta que Hawk menciona como sus mayores ídolos musicales de lo más común: los Beatles, David Bowie y Prince. Para dejarnos un poco más descolocados si cabe, este señor además te remezcla igual a Midnight Juggernauts, que a Yeasayer, que a Yeah Yeah Yeahs, que a Britney Spears. Y, además, declina las invitaciones de sus adorados Cocteau Twins para ir de gira porque está más a gusto sin salir de su casita en New Jersey.


Bizarrismos aparte, de Seek Magic lo mejor es, sin duda, el tronco. La primera y última canción –‘Swimming Fields’ y ‘Run Out’, respectivamente-, se pasan de chill y se olvidan del wave y, sinceramente, cansan. Pero si al álbum se le cortan las puntas, queda redondo. ‘Bicycle’ parece sacada de una película de terror del bueno, ‘Plain Material’ es una brillante pieza de pop electrónico por la que Michael Angelakos vendería un brazo, ‘Graphics’ tiene un rollo ochentero absolutamente irresistible y ‘Stop Talking’ es el temazo en mayúsculas: elegante, discotequero y pegadizo a partes iguales, lástima que le sobren un par de minutos.


Vamos, que si sigue progresando tan favorablemente, vamos a quitarle las pastillas a Dayve Hawk y a recetarle muchos álbumes de este nuevo proyecto.



Este texto lo puedes encontrar en la página 120 del número de diciembre de la revista H Magazine


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