domingo, 10 de enero de 2010

Exsonvaldes - Near the edge of something beautiful

Al contrario de lo que uno esperaría, cuando a Exsonvaldes les preguntas acerca de su nombre, no mencionan la catástrofe del petrolero Exxon Valdez sino a la escritora Zoé Valdés. Esto ya dice mucho de su música, mucho más preocupada por la belleza que por la tragedia. “Near the edge of something beautiful” demuestra que Francia no sólo exporta rompepistas, sino que también son capaces de facturar grandes grupos de pop-rock.


Sin embargo, Exsonvaldes no rehúyen la electrónica. Sin ir más lejos, el propio Alex Firla (productor de Phoenix) le ha dado un toque electrónico a sus canciones sin romper el clima altamente emotivo del álbum. Esta atmósfera se ha creado principalmente a través de la adición de capas sonoras y el trabajo melódico de las guitarras. Bueno, y a través de la voz de Simon Beaudoux, claro. En su voz se oye el eco de una angustia adolescente a lo Brian Molko pero mitigada por la serenidad del paso del tiempo. Esto converge en algunos momentos dramáticos que recuerdan a Thom Yorke o Matt Bellamy sin llegar al histrionismo (“Near the edge of something beautiful”) y en otros más rabiosos de reminiscencia grunge (“Last year”). No es de extrañar, ya que si en algo coinciden los cuatro componentes de la banda, dentro de la disparidad de sus gustos, es en su devoción por Radiohead y por el “In utero” de Nirvana, que aún sigue sonando en la mayoría de sus viajes en furgoneta.


La gran virtud de estos cuatro parisinos es su capacidad para crear canciones pop que entran a la primera pero que contienen mil detallitos para su posterior y pormenorizado disfrute. La mayoría de críticos destacan la directa “Lali” y su juego de punteados acústicos, en la línea de Faded Paper Figures. A mí, sin embargo, me parece más interesante la canción que da título al álbum, que consigue incrustar el rasgueo acústico y la fragilidad vocal de los Radiohead del “Ok Computer” en medio de unas atmósferas post-rock vigorosas a lo Explosions in the Sky. O “I know”, donde Simon inicia un sutil ejercicio de folk al estilo de sus compatriotas Cocoon que explota al minuto y medio en un artefacto de artillería post-rock. Y también “Old & weak”, que empieza, como su propio título indica, frágil y casi inaudible, para convertirse hacia la mitad en un inesperado pulso de ritmos programados y arpegios nítidos, que finta luego en un torrente de guitarras sucias noventeras para acabar con una voz delicada y los mismos arpegios de nuevo. Y es que los once cortes de este LP son composiciones progresivas, que van creciendo y van tiñéndose de matices, y lo consiguen sin exceder apenas los cuatro minutos. De hecho, hay un par de sobresalientes ejercicios de concisión: “PPM” y la furiosa “Sunlight”, que en sus escasos dos minutos nos cuenta más que cualquier bestseller de 500 páginas. Y, con todo, se atreven Exsonvaldes a titular el disco “Near the edge of something beautiful”, sin darse cuenta de que esa línea la han sobrepasado desde el primer minuto del álbum.


Esta reseña la podéis encontrar en el número de enero de Go Mag

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